Recuerdo el día de tu muerte tal como si fuera ayer
Con estrellas imprudentes que nos miraban decaer
Con tu voz enrabietada y con mi calma agresiva
Lo que fuimos se quebraba, se creaban las heridas.
El día de tu muerte parecía otra cosa
Nunca nadie se imagina cuando el fin es quien se asoma
Y escuché sin escuchar, lo que gritabas sin decirlo
No hacía falta el “nunca más”, eso siempre estuvo implícito.
Y lloré para fuera, grité para adentro
Mientras mis manos conocían la caricia del cemento
Me enojé y encabrité y luego sobrevino el silencio
Comencé a negarlo todo, no podías haber muerto.
Te vi un par de veces, no sé, quizá fue en algún sueño
Sentí en mi corazón nacer el cáncer, el veneno
Y el sentimiento se volvió callo
Una cicatriz que ya no siente
Aunque a veces aún te vea
No te lloro, claramente.
Y recuerdo el día que decidí enterrarte
Cuando decidiste volver a hablar conmigo
Y mi corazón encallado no sintió,
Mi melancolía no apareció,
No me enojé ni me enrabié,
Y tampoco tuve calma agresiva
Pues no puedes sufrir la muerte de ningún ser
Dos veces en la vida.
(Carlos Marchant P.)
Con estrellas imprudentes que nos miraban decaer
Con tu voz enrabietada y con mi calma agresiva
Lo que fuimos se quebraba, se creaban las heridas.
El día de tu muerte parecía otra cosa
Nunca nadie se imagina cuando el fin es quien se asoma
Y escuché sin escuchar, lo que gritabas sin decirlo
No hacía falta el “nunca más”, eso siempre estuvo implícito.
Y lloré para fuera, grité para adentro
Mientras mis manos conocían la caricia del cemento
Me enojé y encabrité y luego sobrevino el silencio
Comencé a negarlo todo, no podías haber muerto.
Te vi un par de veces, no sé, quizá fue en algún sueño
Sentí en mi corazón nacer el cáncer, el veneno
Y el sentimiento se volvió callo
Una cicatriz que ya no siente
Aunque a veces aún te vea
No te lloro, claramente.
Y recuerdo el día que decidí enterrarte
Cuando decidiste volver a hablar conmigo
Y mi corazón encallado no sintió,
Mi melancolía no apareció,
No me enojé ni me enrabié,
Y tampoco tuve calma agresiva
Pues no puedes sufrir la muerte de ningún ser
Dos veces en la vida.
(Carlos Marchant P.)