Sabía que estaba respirando intranquilo, mi corazón bombeaba sangre como loco, sentía las arterias a punto de reventar y sudaba, sudaba a mares, de ese sudor frío que te hiela la sangre y que te hace necesitar un respiro. Por eso desperté.
Los fisiólogos llaman "Gasto cardíaco" a ese total de sangre que bombea el corazón en un tiempo determinado, cuando éste está aumentado (y si nada más cambia en el cuerpo) la presión sanguínea aumenta (así como cuando uno tapa la manguera para que el agua salga con mayor potencia). En momentos como éste me imagino la celeridad de mis células sanguíneas pasando a velocidades atroces por cada arteriola- ¿el endotelio de los vasos sanguíneos aplicará multas por exceso de velocidad?- Sonrío al pensarlo - probablemente sí, como castigo se taponan y provocan infartos.
¿Qué opina usted profesora?- grito a la nada- acá su exalumno pensando en sus clases a las tres de la mañana, para soslayar el hecho de que está cagado de miedo - me viene un ataque de risa, de esos ataques nerviosos. El corazón aún no se calma, comienza la jaqueca y siento el calor por cada uno de los poros de mi piel. Ahora siento un pito extraño en el oído, maldito tinitus, esto se está volviendo preocupante.
"El tinitus es aquél síntoma clínico de oír ruidos en la cabeza sin existir fuente emisora externa"- las palabras de la profesora vuelven una y otra vez a mi cabeza, aquellas clases de fisiología cardíaca me retumban casi tanto como el corazón en estos momentos, intento acompasar la respiración para que esto se detenga, pero nada sucede, no me puedo seguir asustando, podría no ser bueno ¿estaré entrando en una crisis hipertensiva? Ahora baja, siento como me voy saliendo de esta montaña rusa, me comienza a vencer el sueño y caigo, caigo en un mundo diferente.
Abro los ojos y ya no estoy en mi cama, ahora estoy en medio de una batalla, estaba calmado pero comencé a correr nuevamente. Desde el lugar en el que se encuentra mi escuadra lanzamos miles de balas a un enemigo distante y oscuro, tanto correr me va cansando, siento todo el cuerpo ardiendo. Me duele la cabeza.
Una bomba explota a escasos metros de donde estamos, mueren muchos de la escuadra y los que nos mantenemos aún vivos quedamos con los oídos idiotizados sintiendo un chirrido espantoso que no quiere detenerse, tengo miedo y mi corazón está a mil por hora.
Salto y caigo en medio de la nada, veo movimiento detrás de un arbusto, pero no alcanzo a reaccionar, el brillo metálico, la sacudida y esa bala que viene lentamente hacia mi cabeza hace que me dé cuenta de que de ésta no me salvo. En la trayectoria del tiro de muerte, trayectoria lenta e inverosímil por lo demás, me doy cuenta de que no despertaré de este sueño; sonrío resignado, al final el Gasto cardíaco sí era demasiado y mis arteriolas decidieron, en efecto, aplicar la multa.
(Carlos Marchant Pizarro)
Los fisiólogos llaman "Gasto cardíaco" a ese total de sangre que bombea el corazón en un tiempo determinado, cuando éste está aumentado (y si nada más cambia en el cuerpo) la presión sanguínea aumenta (así como cuando uno tapa la manguera para que el agua salga con mayor potencia). En momentos como éste me imagino la celeridad de mis células sanguíneas pasando a velocidades atroces por cada arteriola- ¿el endotelio de los vasos sanguíneos aplicará multas por exceso de velocidad?- Sonrío al pensarlo - probablemente sí, como castigo se taponan y provocan infartos.
¿Qué opina usted profesora?- grito a la nada- acá su exalumno pensando en sus clases a las tres de la mañana, para soslayar el hecho de que está cagado de miedo - me viene un ataque de risa, de esos ataques nerviosos. El corazón aún no se calma, comienza la jaqueca y siento el calor por cada uno de los poros de mi piel. Ahora siento un pito extraño en el oído, maldito tinitus, esto se está volviendo preocupante.
"El tinitus es aquél síntoma clínico de oír ruidos en la cabeza sin existir fuente emisora externa"- las palabras de la profesora vuelven una y otra vez a mi cabeza, aquellas clases de fisiología cardíaca me retumban casi tanto como el corazón en estos momentos, intento acompasar la respiración para que esto se detenga, pero nada sucede, no me puedo seguir asustando, podría no ser bueno ¿estaré entrando en una crisis hipertensiva? Ahora baja, siento como me voy saliendo de esta montaña rusa, me comienza a vencer el sueño y caigo, caigo en un mundo diferente.
Abro los ojos y ya no estoy en mi cama, ahora estoy en medio de una batalla, estaba calmado pero comencé a correr nuevamente. Desde el lugar en el que se encuentra mi escuadra lanzamos miles de balas a un enemigo distante y oscuro, tanto correr me va cansando, siento todo el cuerpo ardiendo. Me duele la cabeza.
Una bomba explota a escasos metros de donde estamos, mueren muchos de la escuadra y los que nos mantenemos aún vivos quedamos con los oídos idiotizados sintiendo un chirrido espantoso que no quiere detenerse, tengo miedo y mi corazón está a mil por hora.
Salto y caigo en medio de la nada, veo movimiento detrás de un arbusto, pero no alcanzo a reaccionar, el brillo metálico, la sacudida y esa bala que viene lentamente hacia mi cabeza hace que me dé cuenta de que de ésta no me salvo. En la trayectoria del tiro de muerte, trayectoria lenta e inverosímil por lo demás, me doy cuenta de que no despertaré de este sueño; sonrío resignado, al final el Gasto cardíaco sí era demasiado y mis arteriolas decidieron, en efecto, aplicar la multa.
(Carlos Marchant Pizarro)