Y es suya, puede venir a buscarla
Sin embargo, disculpe si no estoy
En casa esperando entregarla.
Es una carta de amor de esas normales
Con palabras de niño en tonos guturales
Hablando de amores, de lunas y gestos
Inventando comparaciones, rimas y versos.
Tiene su nombre, o al menos eso creo
Lo que es cierto es que decía lo que quería contarle
De cómo las golondrinas vendrían a cantarle
Si es que aceptaba mis tiernas bondades...
Sí, le escribí una carta de amor típica
De esas llenas de mentiras retóricas
Con palabras endulzadas con la infamia
Del que usa las ilusiones cual broma
Una carta de amor que bien pudo ser poema
Pero me da asco escribir mentiras en los versos
A fin de cuentas mi arte protejo
Y mal que mal, sigo siendo poeta
¿Cómo habría de escribirle en uno aquellas falsedades incompletas?
Y al pensarlo me di cuenta el error que había cometido
Al escribirle esa carta con mis sentidos obnubilados
Por la belleza de su persona, por su amor y su cariño
Escribí esas falacias, digitando atolondrado
¿Cómo deshacer semejante falta a su inteligencia? — me dije a mi mismo--
¡Escribámosle un poema que acuse el desatino!
Pero ¿cómo comenzarlo? Pedir perdón en la primera línea
Es algo antiestético, incluso me parece arte suicida
Entonces, iluminado por la santa luz del sarcasmo literario
Decidí confesar en mi primer verso de expiación
El error del que me arrepiento y que ahora encaro
El de haberle escrito una carta, una estúpida carta de amor.
(Carlos Marchant P.)